EL DISCURSO FASCISTA TRANSVERSAL QUE UNE AL GOBIERNO Y A LA OPOSICIÓN.

EL DISCURSO FASCISTA TRANSVERSAL QUE UNE AL GOBIERNO Y A LA OPOSICIÓN.

la lucha de clases se ha enardecido con el levantamiento popular, y entre más voz consiguen sacar los de abajo, mas visceral se vuelve el discurso de quienes pretenden que el sistema siga igual.
PRIMERA LÍNEA REVOLUCIONARIA

Mientras por un lado escuchamos discursos cacofónicos de paz, que vienen directamente de los representantes de la derecha y la supuesta oposición al gobierno, por otro lado nos topamos con una realidad vivida por muchos en el día a día y esta es el odio de clases que vehemente, se alza contra la población chilena que se atreve a manifestarse contra el sistema criminal.

Dentro de las muchas cosas que están mal dentro del sistema en chile, uno que habitualmente es pasado como natural y es normalizado como parte inherente de la derecha chilena, es el odio visceral que reparten tanto representantes del gobierno como sus adeptos, asegurando muchas veces en sus expresiones más encarnizadas que de ser por ellos a ninguno de nosotros dejaran vivo.

Resulta necesario entonces preguntarse ¿Quiénes son los verdaderos violentistas?

Mientras el pueblo que unido desde octubre, avanza lenta pero inexorablemente a terminar con el sistema de miseria existente en Chile, la derecha y los que no se dicen de derecha pero tampoco de izquierda, se desgañitan ferozmente expulsando odio sin medidas, que resulta expresado en todas sus variantes.

Desde amenazas de muerte por redes sociales a todos los manifestantes, golpizas por parte de grupos neo nazis a personas en situación de calle, adoctrinamiento de odio en escuelas militares y policiales, tratos injustos ante la ley de quienes no poseen los recursos necesarios para comprarse un juez, históricos malos tratos a trabajadores, quienes son mirados siempre de menos por sus patrones. Todos escenarios reproductores de odio de quienes esgrimen con fuerza un discurso de paz y armonía que signifique el silencio de los oprimidos de siempre.

La rebelión de octubre le dio voz a esos oprimidos, y resulta curioso ver como cada día se torna más violento el actuar de los opresores y los aspirantes a ese puesto, la lucha de clases se ha enardecido con el levantamiento popular, y entre más voz consiguen sacar los de abajo, mas visceral se vuelve el discurso de quienes pretenden que el sistema siga igual.

La descalificación de las protestas toma como eje central de su discurso, la destrucción de los bienes inmuebles que han ocurrido desde octubre, sin tomar en cuenta que muchos de esos destrozos son realizados por la propia policía militarizada como parte de sus numerosos montajes, otros de ellos una pequeña parte, por delincuentes que se cuelan en las protestas y a quienes muchos de nosotrxs hemos logrado detener, pero nunca se ha tomado en cuenta las victimas directas e indirectas de quienes pretenden enarbolar una paz forzada, que signifique volver al adormecimiento del pueblo, su paz es nuestra miseria.

Destrozar una señal de tránsito para hacer un escudo que signifique no perder los ojos ante la represión, es menos violento que justificar una violación, es menos violento quemar un colchón viejo que justificar y arengar a la policía militarizada a que nos deje ciegos, a que nos atropelle y nos mate, es menos violento levantar un cartel que propone una marcha que desear que vuelvan los tiempos donde se arrojaban cuerpos desde los helicópteros, es menos violento decir fuego a la yuta que los 45 muertos que hoy nos pesan en la memoria.

Nunca desde la rebelión de octubre el pueblo ha maltratado, vejado, humillado, matado o amenazado con muertes y masacres a quienes por años nos han oprimido ¿Y nosotros somos los violentos?  

Protegidos por la derecha fascista, por el sistema judicial comprado y por los discursos baratos desde la oposición política de la ex Concertación, Frente Amplio y otros, que repiten “no es la forma” se han cometido delitos que de haber sido realizados por gente del pueblo, les habrían costado las penas del infierno.

Es así como tenemos impunemente paseándose por todos los ámbitos a personajes que ofrecen disparos al pueblo, a compradores de armas, a violadores, a policías corruptos más allá de lo absurdo, a abusadores, a adoradores de una dictadura sangrienta que desean que vuelvan los tiempos de matanza, para así poder al fin, consumar de manera legal todas las amenazas que disparan.

Pero también la hipocresía, que anida en la oposición ha hecho posible leyes como la “antisaqueos”, “antibarricadas”, “anticapuchas”, anti “el que baila pasa” y recientemente la ley que castiga con prisión a quien infringe por cualquier causa, las restricciones con motivo de la pandemia, esa famosa ley hizo posible la detención de una mujer víctima de violación, que se encontraba en la calle pidiendo auxilio a Carabineros. Todo ese conjunto de medidas, han contado con el concurso entusiasta de una oposición política hipócrita que a la hora de optar, entre el sistema y el pueblo, prefiere defender el sistema

Mientras el pueblo se concentra en hacer ollas comunes, barricadas, cacerolazos, colectas para campamentos, rifas para pagar tratamientos, consignas que expresen nuestras exigencias, y entre otras muchas acciones muestras de una solidaridad independiente de las divergencias de nuestros pensamientos, en un rincón se encuentran agazapados los detractores de la verdadera paz, esperando su oportunidad para dejar salir al fascista que llevan dentro.

Los violentos son ellos, y ese discurso de odio es el que se debe combatir.

Mientras todo esto sucede, ninguno de los sectores del parlamento que se dicen ser del pueblo, toman cartas en el asunto de manera seria, pues es sabido que con discursos no se cambia nada, y que demagogia tenemos a montones, por lo tanto eso los hace a  ellos sostenedores del sistema del odio al que se ve enfrentado el pueblo día a día.

Pese a esto, un sector de la población crédula, se empecina en mantener las cosas tranquilas, en no importunar, en dejar la protesta para después, como si los agresores del pueblo fueran a esperar el plebiscito de octubre para atacar, ya es sabido que los pactos a puerta cerrada siguen su cauce sin alteraciones, que se sigue permitiendo que el discurso de odio se expanda afectando siempre a quien no tienen otra opción que aguantar por el trabajo y la necesidad, que las injusticas sigan sin otra opción que esperar.

Sin lucha no habrá dignidad

Ante estas situaciones no se puede estar callado, no podemos permitir que el discurso cale y paralice la denuncia, esperar tranquilamente confiados en  que uno o dos personeros que no están ni ahí con el pueblo hagan algo es atarse irremediablemente a la modorra de la que nos fue tan difícil despertar.

La protesta no debe parar, las expresiones de lucha cada día deben ser más evidentes, la denuncia un lenguaje recurrente, el pueblo no debe saber callarse ante nada, y la condena no debe pasar por un   juez comprado, si no se hace presión desde las calles nada va a cambiar y el mejor ejemplo de eso son los hechos recientes, solo el pueblo alzando la voz fue capaz de recuperar una mínima parte de lo robado por las AFP, solo el pueblo con las mujeres a la cabeza, que alzaron furiosas la voz, fue que se consiguió una pizca de justicia para Antonia. Por lo tanto no es momento de dormirse en los laureles de un 10% que no soluciona mucho más que lo urgente.

La lucha debe seguir ahora más  que nunca, desde todos ámbitos desde donde se pueda y como puedas desde salir a la calle o denunciar desde tus redes sociales, desde alentar en tu casa a los luchadores sociales, todos los medios de lucha son válidos, con tu cacerola, con rayados, con tus gritos, con tu barricada, con tu intervención cultural, con todo lo que tengas a mano. Porque descansar ante un pequeño triunfo, solo nos asegura la derrota.


¡ARRIBA LXS QUE LUCHAN!

Javiera González

“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copia a sus amigos; nueve de cada diez la estarán esperando. Millones quieren ser informados. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad”. (Rodolfo Walsh)

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