En cuanto en las redes se habla de Elon Musk, nadie dice como ese dinero se firma con sangre de miles de familias que sufren el desgarrador paso de la crisis sobre sus cuerpos.
Con la compra del 9,2 % de las acciones, Musk se convierte en el mayor accionista de Twitter. Lo siguen el Grupo Vanguard (8,79 %) y Morgan Stanley (8,76 %). ¿Qué extraño verdad? Quienes controlan las principales redes sociales son grandes multimillonarios o compañías importantes, las cuales están asociadas a la desinformación, el adoctrinamiento y la censura que se sufre en estas redes.
Si hay ricos, hay pobres, es simple.
Musk se dice el filántropo, ya que “donó” entre 5 millones de acciones de Tesla a organizaciones benéficas. Pero en verdad, que diferencia genera ese tipo de acciones “benéficas”. Durante la pandemia su fortuna se disparó a niveles solo alcanzados por John D. Rockefeller, en cuanto miles de personas cayeron en la pobreza absoluta.
Ese es el funcionamiento de este sistema, mucho para algunos, nada para otros.
Ese dinero proviene de acciones sucias, que nacen de la especulación, desagregadas de la producción en sí misma. La cual tiene de fondo el trabajo de miles de obreros encarcelados bajo semana de trabajo duro, con un salario que ni llega a suplir las necesidades básicas de una familia.
El control del dinero para cubrir las necesidades básicas, incluyendo la educación, alimentos, salud y vivienda, hay y de sobra en el mundo. Solo que las grandes cantidades, las tienen unos pocos y eso por ayuda a la humanidad, debe redistribuirse, sin dejar en la miseria a nadie, pero sin dejar la aberrante disponibilidad a Merced de unos pocos. Nadie es archi millonario por ser justo.