Este lunes 21 de septiembre millones de colombianos se sumaron a un paro nacional con múltiples movilizaciones en todo el país, convocado por sindicatos y organizaciones sociales en contra del narco-régimen de Iván Duque, quien ha estado detrás de las múltiples masacres que se han llevado a cabo este último año, y que se vienen a sumar a la sistemática ola de muertes que golpea a este país por motivos políticos.
Una de las consignas principales de estas protestas tienen que ver con la brutalidad policial y el pedido de justicia por el asesinato de Javier Ordóñez, chofer de taxi de 44 años que hace dos semanas fue golpeado y torturado con pistolas táser, hasta darle muerte, el asesinato fue llevado a cabo por dos policías en Bogotá.
LA VIOLENCIA NO SOLO ES POLICIAL, ES ECONOMICA, POLITICA Y SOCIAL
En el marco de la pandemia, la crisis económica y el deterioro del empleo es otro de los puntos invocados por los convocantes. En especial el decreto 1174 que el pasado 27 de agosto reglamentó el Gobierno, y que establece un piso bajísimo de protección social. Según las organizaciones gremiales, se trata de la «más agresiva reforma laboral y pensional de los últimos 30 años» en Colombia.
Por otra parte, el índice de desempleo en Colombia superó el 20,2 % en julio, el nivel más alto registrado desde 2001. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), se trata de un incremento de 9,5 % respecto al mismo mes de 2019, cuando este índice llegó a 10,7 %.
Otro de los temas centrales que motivaron la huelga es el de las masacres y asesinatos de líderes sociales y exmiembros de organizaciones armadas, que se están dando diariamente en Colombia, poniendo de manifiesto que el acuerdo de paz firmado con la antigua guerrilla solo fue un medio para exterminar la defensa armada colombiana que ya llevaba más de 50 años en resistencia.
Este domingo, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) de Colombia, denunció un cuádruple asesinato en el departamento de Nariño, donde cuatro hombres fueron acribillados a balazos por paramilitares al servicio de terratenientes, recordemos que Colombia es un país casi feudal, donde el poder es ostentado por los latifundistas ligados al narcotráfico, quienes son los mismos que se posicionan en el gobierno desde hace años, por lo tanto, las masacres no provienen de otra mano que de los mismos gobernantes.
De acuerdo al organismo, ya suman 61 las masacres ocurridas en lo que va de 2020.
UNA OLA DE VIOLENCIA INTERMINABLE CONTRA EL PUEBLO COLOMBIANO.
Tras el asesinato de Ordóñez, se produjeron una serie de manifestaciones que terminaron con fuertes disturbios y represión policial a niveles dictatoriales: la jornada dejo 13 personas muertas a manos de la policía y 209 personas heridas.
En 2019, el descontento social en Colombia se hizo sentir en las calles, con una serie de masivas protestas que se dieron en paralelo a las rebeliones en Ecuador y Chile, mientras parte de la sociedad latinoamericana mostraba su oposición a las administraciones de derecha.
La tensión en las calles se frenó por la crisis del covid-19, pero poco a poco las organizaciones están retomando las protestas, porque la situación con los gobiernos neoliberales, narcoditatoriales, capitalistas, ya no da para más.
La brecha social se ha incrementado escandalosamente, dejando ver sobre todo en América Latina, que la pandemia solo afecta a la población trabajadora, mientras que las ganancias de las grandes empresas se han visto inclusive aumentadas en medio de la crisis, y ahora la situación va a peor para el pueblo trabajador, pues con la excusa de la recesión, ya se empiezan a recortar derechos laborales, y a ofrecer salarios miseria que superan los anteriores, dejando que el costo de la crisis lo pague el pueblo trabajador.
La lucha debe seguir hasta cambiar de raíz el sistema de explotación y miseria que nos tiene sobreviviendo en un mundo sin posibilidades.
