En los días 15 y 16 de junio de 1987 la dictadura pinochetista asesinó a sangre fría a 12 de nuestrxs hermanxs por pensar diferente, por posicionarse y creer que era posible un mundo mejor.
17 horas duró el despliegue de las fuerzas armadas bajo el nombre de Operación Albania que dejaría hasta hoy un vacío en nuestros corazones pero una convicción más fuerte para derribar este sistema.
Pinochet contra ataca desmedidamente y sin filtro, según él contra aquellos que “amenazaban la democracia”, pero que únicamente buscaban liberarnos a todos de las cadenas de un sistema que nos oprime.
Estos compañeros eran parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, pero no les coloquemos etiquetas, al fin y al cabo chilenos eran.
Lo que generó esta operación no tiene un único desencadenante, y tampoco buscaremos justificarla, pues no es posible hacerlo. Sabemos que era una guerra, de los opresores frente a los oprimidos y eso es todo lo que aseguraremos.
Se infiltraron, pero también secuestraron para saber donde atacar, todo para desestabilizar y derrumbar a la organización que había conseguido formar un frente unido y poner en jaque al mismísimo comandante en jefe de las fuerzas armadas.
Las furgonetas comenzaron a surgir por Santiago, a dar vueltas y posicionarse, a buscar a aquellos “Bandidos y ladrones” que juraban irían a cazar. Todo esto bajo la mentira de respaldar la soberanía y salvar a Chile de los subversivos.
La tristeza de ese día frió comenzó por la calle Alhué 1172 donde abatieron a sangre fría a Ignacio Valenzuela, desde un furgón en movimiento y por la espalda. Para luego inculparlo montando una escena, donde un arma y granadas fueron dejadas al lado de su cuerpo sin vida.
La matanza allí no terminó, pues siguió Patricio Acosta Castro a quien asesinaron de un tiro en la cabeza. Para luego, una vez más, montar la escena y legitimar la represión de la CNI.
Las horas pasaron, pero el dolor continuaria, pues se nos arrebatarían a más compatriotas, esto específicamente en la calle Varas Mena 417, donde estaban reunidos una cantidad importante de militantes de la organización.
La casa fue rodeada, y los agentes represivos vaciaron sus cartuchos disparando a mansalva, algunos lograron huir otros perdurarán para siempre en nuestra memoria, entre ellos Juan Henríquez Araya y Wilson Henríquez Gallegos.
Su muerte no fue en vano, y su sufrimiento tampoco, son mártires del pueblo, que se abrieron en lucha en un sistema que los tenía en desventaja, en el cual lograron grandes cosas, como demostrar que cuando los de abajo se levantan, a los de arriba les tiembla el piso.
Hay que recordarlos, no podemos olvidar, pues, en el momento que esto sucede los asesinos ganan.
En otro sector de la ciudad, en la villa Olímpica de Ñuñoa en el dúplex 213 del block 33 asesinan a Julio Guerra Olivares, entre lacrimógenos y balas, los asesinos del estado se ensañan culminando así con disparos directamente en sus ojos.
El delirio no termina ahí, el 16 de junio en Conchalí, en la calle Pedro Donoso, culminan los asesinatos, los cuales acabaron con la vida de Esther Cabrera Hinojosa, Elizabeth Escobar Mondaca, Patricia Quiroz Nilo, Ricardo Rivera Silva, Ricardo Silva Soto, Manuel Valencia Calderón y José Valenzuela Levi.
Estos compañerxs, fueron trasladados a una casa en Pedro Donoso, atados, amordazados y vendados, habiendo sido torturados y golpeados, por los agentes que los habían retenido.
Fueron trasladados para asesinarlos y doblegar la esperanza y convicción que comenzaba a surgir en nuestra tierra, la orden fue dada por Álvaro Corbalán, otro nombre que no debemos olvidar.
Una vez más hicieron pasar la balacera desmedida como un enfrentamiento entre iguales.
Lo que ninguno de ellos sabían, es que este acto deshumano no solo permitirá seguir recordado a nuestros hermxs por muchos años más, si no que además plantaron la semilla de la rebeldía para que esta sea cosechada en nuevas generaciones.
Queremos decirles a todos aquellos que se alzaron ante la injusticia, que pusieron su pecho y que lucharon por la libertad del pueblo que jamás serán olvidados, porque la memoria colectiva los mantendrá vivos y sus esfuerzos son hoy la base para generar un verdadero cambio.
La dictadura que se desarrolló en base a la teoría de los dos demonios, hoy es desmitificada, aberrada y descalificada, pues solo fue un a herramienta que se valió de vidas y el terror desmedido para implementar un sistema neoliberal que le sirve a unos pocos para someter a la mayoría.
Un sistema por el cual lucharon y se impusieron estos 12 compañeros que fueron asesinados por la dictadura y el ideal capitalista. Un sistema que hoy nos agobia y reprime, pero el cual ya no tiene fundamento, la rebeldía de estos compañeros perdura hasta hoy, y sus ideales siguen firmes en cada lucha que trabamos.
NUNCA DEJEMOS DE LUCHAR POR NUESTROS IDEALES, PUES SON ELLOS LOS QUE GANAR LAS GUERRAS, ARRIBA LXS QUE LUCHAN Y TAMBIÉN LOS QUE LUCHARON.
Audio homenaje a los mártires del pueblo.