Pandemia de clase

Pandemia de clase

PRIMERA LÍNEA REVOLUCIONARIA

Tomado de http://venceremos-arg.org/

Apuntes para debatir las tareas de la izquierda revolucionara en esta crisis :

Una mirada esperanzada desde la praxis socialista

La pandemia de coronavirus que azota de manera implacable a vastas zonas del planeta, (aunque no de modo similar de acuerdo a las medidas tomadas por cada gobierno nacional y a las condiciones estructurales previas de cada región), viene a sumar un flagelo más a los pueblos del mundo, ya agobiados previamente por las desigualdades y atropellos del modo de producción capitalista, la extracción de plusvalía y apropiación concentrada de los valores que genera el trabajo social y la depredación del medio ambiente, así como la explotación y opresión que se vuelca brutalmente contra las mujeres y disidencias. De tal suerte, al hambre mundial, a la miseria, las paupérrimas condiciones de vida, la destrucción de los mecanismos de atención social estatales, el desastre ambiental y la violencia machista, se suma esta catástrofe sanitaria que como insinuamos ya, no solo es sanitaria puesto que las medidas más efectivas para ralentizar la expansión de los contagios(tal el aislamiento social y la suspensión de la mayor parte de las actividades) implica un golpe duro a la estructura económica mundial, continental y nacional que desgraciadamente permite avizorar una recesión económica generalizada que ya estaba en curso. Hay aquí un hilo para reflexionar sobre el crítico contexto, que supera sólo la mirada profiláctica.

En estos momentos de tanto temor, angustias por el futuro y sufrimiento material concreto de la clase trabajadora (más aún de aquel sector de la clase expulsado del sistema por la ofensiva contrarrevolucionaria-neoliberal iniciada en nuestro país en 1976 y que continúa) es urgente y necesaria la mirada esperanzada y posible que desde el pensamiento y praxis socialista se puede aportar. Y tal aporte debe ser, esencialmente, de una praxis política de clase y un programa político integral para superar la crisis en curso y preparar el país para superar el daño emergente de la pandemia. Pensar metódicamente la situación, para fortalecernos y aportar al debate general en curso. Pero sin inocencias, ya que afrontar la pandemia y la recesión económica donde algunas y algunos sufrirán más que otres, donde finalmente habrá ganadores y perdedores es y será el resultado de la lucha de fuerzas en el terreno económico corporativo, en el terreno económico político general de la sociedad y en el específico terreno político ideológico. En todos estos planos es que la izquierda revolucionaria debe aportar su praxis, en la comprensión que no hay “saltos mágicos” desde la instancia de lucha económica a la confrontación política.

En este punto es importante remarcar que el campo revolucionario no debe menospreciar la capacidad de reconversión del capital y de absorción de las demandas de las clases subalternas aun en un escenario de crisis. No existe una relación automática entre crisis económica y revolución social. La crisis económica y sanitaria que vive el mundo puede ser un terreno favorable para instalar en la sociedad las posibilidades de transformación desde la clase trabajadora. Pero esto depende de la voluntad política colectiva, de los sujetos actuando, incidiendo en la realidad. De lo que se trata es que las contradicciones económicas y humanitarias, hoy abiertas como una herida de par a par en todo el mundo, puedan transformarse en contradicciones políticas. Puedan transformarse en la modificación de la correlación de fuerzas entre las clases en pugna.

Circula profusamente la pregunta acerca de si todo seguirá igual después de esta tragedia, y tal pregunta al parecer lleva implícita la respuesta: que no, que después de padecer la pandemia la humanidad emergerá mejorada (¿Sin clases? ¿Sin poderes fácticos concretos? ¿Sin globalización financiera? ¿Sin neoliberalismo? ¿Sin explotación laboral?). El capitalismo, sea en nuestro país o en el mundo, no se derrumbará preso de sus contradicciones solamente. Pensamos que tal posibilidad dependerá de la lucha de fuerzas y programas a futuro, con propuestas y demandas concretas.Dependerá de la capacidad de presión y acción del pueblo y sus organizaciones sobre y contra los poderes constituidos.

En Argentina el gobierno nacional, alertado por las experiencias de países europeos, con rapidez de reflejos tomó una serie de medidas para frenar el pico de expansión del contagio y el colapso del endeble sistema sanitario público. Son medidas oportunas para el general de la sociedad, aunque insuficientes para la clase a la que pertenecemos. Por ello, hay que señalar que está abierta una coyuntura internacional y nacional que pone en tela de juicio el estado de cosas como hasta aquí llegamos, al sistema capitalista y su catálogo de explotación, miseria, destrucción ambiental, opresión machista, marginación, desprotección de la vida, destrucción de lo público y estatal. En este escenario es posible articular salidas superadoras y hasta revolucionarias, que preparen a nuestro país para emerger ya en otras condiciones económicas, políticas y sociales. O también es posible intentar paliar esta crisis manteniendo un “equilibrio conservador” que redistribuya coyunturalmente recursos, lo que ante el avance de la recesión económica mundial redundará en mayores sufrimientos para la clase trabajadora. Ese equilibrio conservador supone un aumento del control del social y de la militarización. Pero además hay un tercer escenario posible (quizás en otros países de forma más clara que en Argentina): una salida fascista o abiertamente represiva. ¿Qué camino podrá tomarse en nuestro país? Dependerá de la capacidad de los sectores anticapitalistas, progresistas, de los movimientos sociales y colectivas feministas, de las corrientes populares de establecer instancias de coordinación concreta y unidad a fin de establecer un Programa Político-Social articulador de la Fuerza Social alternativa a ese “equilibrio conservador” y en la capacidad de acción y propaganda para consolidar esa fuerza.

La necesidad de impulsar un programa político estable, contrapuesto al programa capitalista

Y por la misma razón Lenin enfatizó tan vigorosamente la necesidad absoluta para el partido revolucionario de hacer suyas todas las demandas progresistas y los movimientos de todas las capas sociales y clases oprimidas —aun las “puramente democráticas”. El plan estratégico central propuesto por Lenin en el ¿Qué hacer? es, pues, el de la agitación partidaria que une a todas las protestas, revueltas y movimientos de resistencia elementales, espontáneos, dispersos y aun los “simplemente locales” (Mandel, Ernest. Teoría leninista de la organización).

La clase trabajadora y los movimientos sociales del campo de la izquierda y del campo popular en general, han tomado cartas en el asunto y concretamente aportan un tremendo esfuerzo humano y material para que el impacto de la pandemia y la recesión económica sea menos cruel en la población postergada por décadas en todo el país. Desde los comedores comunitarios hasta la fabricación de prendas de protección sanitaria para proveer al Estado, ya que los proveedores habituales están volcados a la especulación. Desde presionar para la llegada de alimentos a las barriadas hasta la organización de cooperativas, asignaciones sociales y demás derechos arrancados con organización y lucha al Estado. Como desde fines de los noventa, la militancia de izquierda se multiplica en esfuerzos y esperanzas en barriadas populares, asambleas vecinales, fábricas recuperadas, corrientes sindicales clasistas, etc.

Pero como en los años duros de lucha del “que se vayan todos” hoy también urge trabajar un programa político estable, de unidad entre diversas corrientes y colectivos populares que permita vislumbrar que existe una alternativa al capitalismo para la vida de los seres humanos. Que sea una herramienta de debate y acumulación de conciencia y unidad, de organización político-social para una fuerza emancipatoria del grillete del imperialismo, del capitalismo y del patriarcado, porque lo que definirá los contornos ahora borrosos del futuro será la lucha de fuerzas entre el proyecto de continuidad del capitalismo y la recuperación a costa de la clase trabajadora de las ganancias “perdidas” y el proyecto que podamos construir. Vaya un punteo inicial como aporte para un programa que en la praxis cotidiana podrá y deberá alcanzar plenitud y capacidad propositiva.

  • Un elemento previo es romper con el sentido común extendido acerca de que la pandemia y la crisis iguala a todas y todos y las medidas paliativas deben alcanzar a todas las personas por igual. Existe un claro componente previo de explotación, dominación y marginación de clase, raza y género y por lo mismo es perentorio un esfuerzo mayor de quienes se han enriquecido durante los últimos 50 ó 60 años a costa del trabajo social y las ventajas comparativas de los bienes comunes apropiados al colectivo nacional: no se puede hacer cuarentena si no se tiene dónde vivir, o se vive en hacinamiento; no salva la cuarentena si se vive de un oficio o trabajo diarios informales; las fuerzas represivas acompañan al domicilio a los transgresores pudientes y disparan en los barrios pobres a quienes salen a cartonear o vender tortillas; no afecta con igual impacto a las personas mal nutridas, con defensas bajas, sin recursos para elementos de prevención que a los adinerados de siempre refugiados en barrios privados. De tal suerte, la mirada de armonía policlasista para enfrentar la situación vendría a encubrir o expresaría el “equilibrio conservador” antes mencionado.
  • Establecer medidas clave de política económica estructural que brindarían parte de los fondos para afrontar la recesión en curso: 1-No pago de la deuda externa, los pueblos del mundo debemos exigir la condonación de la deuda externa que se mantiene como una espada de Damocles sobre nuestras naciones; 2- Nacionalizar la banca y garantizar el control del comercio exterior, necesidad urgente para evitar futuras sangrías de divisas y desabastecimiento interno; 3- Control estricto del movimiento de divisas; 4-Forzar la repatriación de los activos argentinos en el exterior. Como parte de esta medida se incluye forzar la liquidación de los dólares de las exportaciones primarias acumulados en el exterior por parte de los capitalistas agrarios; 5- Establecer un sistema impositivo progresivo y que las exenciones respondan al mismo criterio progresivo de posesión de riqueza.
  • Destino de mayor cantidad de recursos a las estructuras estatales de asistencia social, sistema sanitario nacional único, sistema educativo y plan de viviendas con mecanismos de auditorias donde participen representantes de organizaciones de la sociedad civil y con informes públicos semestrales de la utilización de recursos. Incluye el redireccionamiento de recursos públicos desde el sector privado hacia el sector estatal público. Asistimos a la amarga paradoja de que es el maltrecho sistema público quien afronta la atención médica, la repatriación, las exenciones impositivas y paliativos económicos de todes por igual: el monotributista que apenas llega a fin de mes y el empresario eximido de cargas patronales, la proletaria empobrecida y el liberal defensor de desguazar el Estado y dejar todo a merced de “las fuerzas reguladoras del mercado”.
  • Urgente definición de precios máximos para un listado de productos de uso masivo y efectivo control del cumplimiento de tales valores. El Estado tiene la estructura territorial y los recursos necesarios para hacerlo de modo ejecutivo. Mayor eficacia en los operativos contra el acaparamiento de productos de uso masivo, la especulación y el desabastecimiento.
  • Rechazo a la militarización de los barrios que pretende relegitimar la avanzada represiva y la violación de derechos humanos sobre nuestra población.
  • Estatización de los grandes laboratorios farmacológicos. Producción estatal de genéricos de calidad y política de Estado tendiente a eliminar la intervención privada en esta área tan sensible. Que el Ministerio de Salud propicie asesoramiento internacional sobre ello. Cuba lo ofrece de modo gratuito.
  • Incorporación de los emprendimientos productivos de los movimientos sociales y las fábricas recuperadas por sus obreros y obreras, como proveedores oficiales y permanentes del Estado. Fabrica que cierra fábrica que se recupera. Apoyo material concreto a las y los millones de trabajadores informales que se multiplicaran en el territorio nacional. Universalización del subsidio de emergencia sin restricciones y continuidad. Universalización del salario social complementario y su aumento generalizado. Suspensión de despidos y medidas de seguridad sanitaria para todos los trabajadores y trabajadoras que están cumpliendo con tareas esenciales. Pase a planta de todo el personal contratado. Salario igual a la canasta familiar. Jubilaciones iguales a la canasta de bienes de las personas mayores.
  • Adopción de medidas inmediatas tales como subsidio de emergencia económica y habitacional para mujeres y disidencias en situación de violencia machista, políticas públicas integrales para mujeres,disidencias y niñeces que viven situaciones de violencia y abuso. Apertura de las plazas hoteleras para refugiar a personas sin casa y mujeres, lesbianas, bisexuales, no binaries, travestis y trans en situación de violencia o que tienen a su cargo niñes que han atravesado una situación de abuso sexual infantil. Cupo laboral trans/travesti. Ingreso efectivo a todos los subsidios y programas de emergencia para la población trans/travesti. Incremento de campañas de difusión contra las violencias machistas, haciendo uso de la pauta nacional, la cadena nacional, entre otros recursos de comunicación masiva.
  • Reducción del precio de los combustibles y congelamiento en un precio de referencia, en vista de la sensible reducción del barril de petróleo y de los abusivos aumentos anteriores.
    Todos estos fondos deben provenir de los sectores concentrados de la economía mediante el restablecimiento del impuesto a la herencia, imposición de gravamen a la renta financiera, impuesto al juego, impuesto o directamente expropiación de vivienda, tierra o planta ociosa, re estatización de los servicios públicos para poder regular los precios y tarifas, tarifa social para los sectores más vulnerables. Eliminación de los sueldos y jubilaciones de privilegio de los funcionarios del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
  • Puesta en funcionamiento de comités de crisis desde los ámbitos locales con la participación de las organizaciones con despliegue territorial para definir acciones para combatir el hambre, recepcionar las denuncias de violación de derechos humanos y garantizar que los recursos lleguen a las/os/es que menos tienen.

Nuestro rol

Indudablemente son las compañeras y compañeros con pata de bronce para caminar los barrios, las fábricas, las universidades y cada rincón del país donde falta un derecho quienes completarán y darán la forma a este programa político-social. De lo que no hay duda es que a pesar de la tragedia que vivimos urge dotarnos de herramientas políticas, de ingenio para hacer circular permanente el debate y las ideas, no quedar encerrados en “los estrechos límites de la lucha económica”, al decir de un gran amigo de la clase trabajadora. Preparar las fuerzas para la lucha de clases que logre otro mundo posible.

“El don de encender en el pasado la chispa de la esperanza sólo es inherente al historiador que está penetrado de lo siguiente: tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer” (Benjamín, Walter).
Como militantes del campo revolucionario que bregamos por una sociedad igualitaria, nuestro deber es estar al frente de la crisis acompañando los grados de organización popular y espacios de lucha que se irán gestando en el fragor de la resistencia. Es indispensable la articulación del campo de la izquierda y las fuerzas del campo popular en los territorios haciéndonos eco de todo tipo de injusticia que sufrirán las masas trabajadoras.

Entre las muchas tragedias que traerá esta profunda crisis, se encuentra la cruda realidad de los trabajadores y trabajadoras informales que en todo el mundo se contarán de a millones. Esto nos exige redoblar esfuerzos para multiplicar la organización de los más pobres, de les más humillades por este sistema.

Por último, como sabemos, el impacto global de la crisis nos demanda también una respuesta internacional de los pueblos del mundo. Nos exige el afianzamiento de los lazos internacionalistas de todos los y las que resisten y luchan, capaz de articular acciones de resistencia y de solidaridad, capaz de lograr un señalamiento conjunto sobre los sectores del poder dominante que nos han llevado a esta catástrofe. Mientras se escribe este modesto aporte, desde el corazón de la Revolución Socialista Cubana parten hacia distintos puntos del planeta, incluido nuestro país, contingentes de médicas y médicos internacionalistas y la posibilidad de medicamentos efectivos. Ni el militarismo imperialista, ni el bloqueo inhumano, ni la insensibilidad ante tal injusticia doblegan a ese pueblo organizado en el espíritu de Martí, de Maceo, de nuestro Che Guevara y Fidel, claro… Ellos nos demuestran que otro mundo es posible. Con los colores, los sabores, los ritmos e idiosincrasia de cada pueblo, otro mundo es posible si es socialista.

“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copia a sus amigos; nueve de cada diez la estarán esperando. Millones quieren ser informados. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad”. (Rodolfo Walsh)

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